Datura Icnocuīcatl

Extiende Xochipilli su brazo,
y el jardín brota vivo y lozano.
Pero, a la sombra de la vida,
florecen también,
pétalos de heridas.

Florecen marchitas,
con rocío de cal.
El canto del cenzontle
se desgarra ante su faz.

Beben el vino de sombras,
en la copa se mezcla con lágrimas.
Su aroma pesa en el alma,
el vino oscuro, la noche derrama.

Pesa el frío, pesa el calor.
Pero pesa más, el vivo verdor.
Es por eso
que buscan el arrullo
de la madera,
que silencie el ruido.

No esperan la llegada
del aliento estival.
No se irán con las hojas,
ni a Tlalóc rogarán.

Beben el vino de sombras,
su sed es maleza interna.
Su tallo derrama hiel negra
que cae sobre la hierba.

Las campanas muerden la noche,
su estruendo les hace recordar
que el verde les ha traicionado,
y que en su partida resonarán.

Luna de hueso,
sol de carne.
Se asoma un horizonte
que no tiene más tardes.

Beben el vino de sombras,
mientras canta Xochiquetzal.
Caen gotas de lluvia perdidas,
y al tocar tierra, se vuelven sal.

Afilan la obsidiana
para así arrebatar
la mofa de las flores
que brotan sin cesar.

Y al deshojarse,
descubren la cruel verdad.
No es que no quisieran verde,
sino que el lastre que arrastran
les nubla la vista
de cualquier mañana.

Beben el vino de sombras,
se abren las puertas del Mictlán.
Canta Tezcatlipoca por las flores
que ya no tienen humedad...

Epílogo

Si en medio del jardín
sientes que el vino te riega,
no te dejes embriagar.
Resiste y extiende tus hojas
a donde puedan respirar.

No está sola tu raíz,
aunque el vino te haga
creer que sí.

Y aunque ahora,
el sol se esconda,
si el frío soportas,
con paciencia regarás
una luz tenue
que mañana podría brillar.

Una flor herida
que aún sigue en pie,
habla de una raíz viva
que aguarda el florecer.

No cedas ante el marchitar,
aunque sientas tus hojas secarse.
Recuerda el fuego que arde,
y que te ha hecho
hasta ahora quedarte.

Proyecto Postman © 2025 · Pequeñas cartas de amor a la ciudad, las palabras y personas que la habitan.